Y ella le temía a sus palabras, más que a su presencia, le temías a las glosas que salían una a una de sus labios que dibujaban un futuro de ensueño, intangible.
Lucía optó por terminar y abandonar ese barco, y de tajo, y a la mala, cerró un ciclo que prometía mucho, pero que podría ser uno de los caminos más dolorosos de su vida.
Uno a uno.