domingo, 16 de noviembre de 2008

Aparador, verde y medido con yardas

Aparador.

Triste y cansado. Bajo un sol intenso de noviembre, quema y cansa, más no es impedimento para llegar a verla. Verde y raso, con la única sombra que aparece justo detrás y debajo del raro árbol de frutitas innombrables.

La miro y la imagino correr, deslizarse y sudar. Bajo el mismo sol que yo. Así pasan un par de horas o más. No existe otra cosa que deseé más que seguir viéndola, me obsequio quince minutos de descanso. El sol quema, las gafas obscuras hacen su labor al igual que el inclemente calor. Intento leer bajo las verdes ramas que pierden su color al mismo tiempo que sus hojas pequeñas y enjutas. Divaga mi mente sobre cómo sería mi vida si ella existiera para mí.

Durante un cuarto de hora no se puede pensar mucho, pero si soñar en demasía. Creer que será mía algún día, que quizá nos miremos al amanecer cada mañana. Tantas cosas si ella existiera en mi mundo, o yo en el de ella.

Dejo que el carro de Helios me alumbre de nuevo. Sueño con ella, con su cuerpo, con su mirar, con el deseo y la ternura en sus ojos. En cómo sería un mundo el que mi realidad fuera mi sueño y no solo un rudo despertar.

Al final ella termina contenta, entabla una conversación larga, profunda y tendida con los demás maniquíes, no repara en mi presencia, únicamente un espectador. Recorre su espacio permitido, se cambia para mí y se encuentra con otro insulso espécimen al cual saluda con gran efusividad. Mi corazón late raudo y fuerte, ¿cómo es posible que sienta algo por alguien que no siente lo mismo por mí? Me rebato entre sandeces y razones lógicas sobre mi proceder y mi siguiente paso: irme, quedarme o despertar.

Regreso con el poco orgullo que me queda, las gafas ocultan mi tristeza. El sol redobla esfuerzos y su ser se acerca a mí.
-Hola, tú. Ni abrazos ni saltos gritos o gestos de apreciable alegría. ¿Cuánto valgo para estar tostándome al sol, frente a un aparador tapizado de verde, blanco y azul? ¿Cuánto vale mi tiempo y el pensamiento que le dedico? Ni un solo roce de su brazo frío y sudoroso. No palabras de afecto o sonrisas. Me parece que de nuevo he perdido mi tiempo.

Y cansado de estar cansado y harto hasta el hartazgo, creía que nunca me iba a cansar de cansarme, pero no es así, siento que mi mente se acopla a un futuro sin ella. En un mundo en el que no haya celos o temores, en los que pueda pertenecer a su círculo. En el que no tenga que ser uno más.

domingo, 9 de noviembre de 2008

No estoy listo.

Lo intento y quiero creer que puede ser posible, que habrá alguna oportunidad. Pero no estoy listo. y menos tú. Me alegra el día tu sonrisa y me hace feliz tu mirar, pero al termino del día, tu cansancio y mi fatiga son aliados mortales, entre tu hastío y mi soledad.
Las palabras se escurren por mis dedos, se mezclan con el teclado y saben donde acomodarse y con qué fin. Pero nuestro sentir es diferente, tal vez el once del once, del once y eso, tal vez.
Tantas cosas que decir, pero es el momento equivocado y el lugar también. No somos lo que buscamos o necesitamos, aún no, no sin aprender la lección.
¿Pero a qué costo? No quiero saberlo.
Los planes transcurren y las ideas permanecen, los proyectos van tomando forma y todo, pronto, comenzará su camino. ¿Pero, y nosotros?