La niña sin recuerdos
No podía recordar nada, las palabras sonaban como un eco conocido pero lejano, auténtico momento deja´vu. Acostada en un incómodo asiento a la mitad de la noche, pensando en un pasado que no le hacía más que daño. Reprochándose el no poder recordar los acordes y la música de aquél momento, nada más que caras y gestos, nada, ninguna otra cosa más que los rumores que recorren su memoria entre laberintos de aromas e ilusiones.
Cansada de roer con la fuerza aquellos lugares en los que sabe que alguna vez estuvo presente, quisiera tener la fuerza de golpear aquél muro de tabiques, formados uno a uno con todos y cada uno de innumerables montones de cosas malas que quiere recordar. No pude ser.
¿Por qué querer recordar algo que duele, por qué mirar atrás para buscar un no sé qué que no hace otra cosa que ocupar su mente? No hay respuesta. Ni respuesta, ni momentos, ni ideas. Solo hartazgo, hartazgo y cansancio. Una parada en el siguiente planeta no harán la diferencia, no esta vez.
Si al mirar el horizonte, sean autos, la noche, el tiempo, el futuro, el pasado, el presente o el infinito de la nada, si eso le diera la capacidad de crear un nuevo mundo, nunca dejaría de hacerlo, pero primero debe saber cómo es su mundo, este del cual no dilucida nada más que coraje y frustración. ¿Dónde está el mazo que destruye recuerdos? Ha comprobado que el alcohol no es una técnica recomendada o efectiva para estos males.
1 comentario:
A veces, me gustaría ser una niña sin recuerdos, pero son más los bellos momentos que me mantienen feliz y que me llevan a ser más "curiosa" cada día. Deberían ya aprobar las pastillas "borra mentes" para los no gratos recuerdo. Todos seríamos felices.
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