domingo, 22 de junio de 2008


Y la tristeza brota de mis ojos con cálidas gotas saladas, con nostalgia, con dudas, con un futuro incierto, con nostalgia y palabras amargas. Brota por los recuerdos y los momentos del día. El rojo no te queda, no te reconocí, te veías linda, pero no te reconocí. Eras alguien más. Una más. Y sin embargo, el dolor que sobresaltó mi corazón no fue su presencia física allí, en frente de mí. Fue lo que ella significó y lo que sigue siendo para mí.

Este si fue un domingo cualquiera, y cómo por azares del mismísimo sino, nos encontramos en presencia, tal vez en esencia, pero ahora es obvio que no somos uno. Y tal vez deba, con sinceridad, aceptar que no será ella, la mujer de mis hijos.

El amor es algo concreto capaz de asirse, de tomarse y de hacerle el amor. Con defectos y errores.

Miro como la ventana se salpica de gotas de lluvia, como quisiera pedir perdón y volver a amar. Los días tristes se llevan por dentro. Yo llevo toda un temporada completa y no sé si terminará.

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