domingo, 19 de julio de 2009

Nix


Nix cubre con su negruzco manto el firmamento. El cielo azul y las suaves nubes de algodón deben marcharse, su jornada ha acabado; Helios se retira a descansar al igual que su cuadrilla.

Poco a poco todo obscurece, se nublan las miradas y los niños descansan. No existe la esperanza, no hay luz. Sin embargo, diminutos diamantes brillan refulgentes en su ser. Alcanzados desde la mano divina de un dios. Pequeñísimos puntos que narran historias, describen aventuras de mil héroes, platican amores y guían veleros. Todos por una razón de ser y existir.

Hay algunos de esos pequeños diamantes que les da por pasearse en el firmamento sin permiso alguno. En cuanto son descubiertos huyen arrastrando su luminiosidad tras de si. Y los mortales les piden deseos que ellos mismos son capaces de cumplir.

Hipnos es acompañado por Morfeo en su camino para restablecer los corazones del hombre. De renovar energías y emociones, dándoles un respiro para poder continuar.

La jornada termina. Nix recoge su manto y con él todas y cada una de las lucecitas esparcidas cuan larga es su estancia en el cielo. Muchas veces sirve de recuerdo, otras tantas preveen el futuro, unas más te toman de la mano sin presente ni pasado.

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