Ahora, cuando ya ha pasado el tiempo, me pregunto el porqué de tantas cosas, ya las acepto y a pesar de ello me invade la melancolía. Ella no está, no es mía, no me pertenece. Sigue siendo una niña. Una niña linda por dentro, con esa luz que nos hace tan parecidos.
Me preguntarán por qué escribo esto. No lo sé. No tengo idea, escribo porque tengo ganas, porque hace tanto no lo hago, porque nadie lee, porque casi puedo ser yo. Casi.
Miedo a la verdad. Cobardía. Sí. No es tan fácil romper los recuerdos, creo que no deben romperse, deben añorarse como lo que son, sólo recuerdos.
Viviendo en el pasado. Hay veces en que las malditas palabras, acciones, hechos, no logro poner en mi cabeza. No tienen cabida, no prosperan. Datos inútiles que no pueden encajar, que entran como zapatos mal calzados, a la fuerza.
Hablando de nada y de todo. Es tiempo de que me olvide de ello. De tantas cosas, de poner los pies en la tierra. Los tiempos cambian. Las personas vienen, van, regresan, se alejan. Las cosas nunca jamás serán lo mismo. Nunca y, a pesar de eso, continuamos con nuestra vida. Más por inercia que por gusto.
¿Invitarla a salir? Nunca. La lejanía y los años me han hecho ser creído y egoista. No era así. Les digo. Escriben las manos de un extraño que mezcla mis recuerdos.
¿Cuándo será el día, cuándo?
Viviendo del futuro. Se han acabado esos días. Mundos pequeños, familiares, llenos de costumbre y nada menos que nada. Ahora todo es incierto, todo. Los días, los meses, los porvenires. Todo. Miro atrás y parece que nada ha cambiado. Tengo miedo a la soledad y al destino, al tiempo y al amor. Al amor más que nada. Ya no soy el de antes, más cobarde, más sincero, más cuidadoso. Alguien lo leerá, algún día.
P.D. No hablo de la innombrable que vive a una cuadra.
2 comentarios:
En el fondo todos estamos cansados de algo, todos tenemos miedo de algo, todos añoramos algo del pasado o algo del futuro que pensamos que jamás vendrá.
El día lo decidimos nosotros, todo se resume en el aquí y ahora...
Abrazo, V.
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