jueves, 5 de julio de 2007

octubre, 2006

La verdad siempre duele. Es clara, simple, concisa y dolorosa. ¿La vida debe de ser cruel para que podamos madurar?

No puedo dejar de pensar en ella.

¿Que me sucede?

Amor y vida, muerte y bondad, calor y dulzura, ternura y frialdad. Ya hay tantas cosas que extraño y otras tantas que me hacen sentir bien, pero no compensan la perdida de lo que tengo ahora.

El caer de una nube para estrellarte en el duro, frío y real cemento, es tan doloroso como perder la vida. ¿Cómo se supone que he de vivir sin una parte de mí? Permanecer solo en esta cama, sin su cálido aroma, sin el roce de su piel, sin el contacto de sus ojos… ¿Cómo?

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