-...te amo, te cansaste?
-No mucho.
-estás sudando.
-Te amo.
Un cuarto oscuro en el segundo piso de una litera, en una hora desconocida al medio día, la cama destendida y las cobijas al borde de la escalera, con las sábanas escondidas medio enredadas en nuestros pies.
Con ese calor que cubre nuestros cuerpos,
abrazados, cubiertos de sudor,
descansan nuestros cuerpos,
y dejamos correr el tiempo que tan pronto se agota,
mientras el silencio nos hace participes de una felicidad; que algún día tomaría unas largas vacaciones;
pero feliz, sin más que aire en nuestros pulmones,
con ella a mi lado y mi nombre en sus labios.
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